El padre del pintor fue don Macedonio de la Torre y González –medio hermano de doña Zoila Victoria de la Torre de Cárdenas, madre de Víctor Raúl Haya de la Torre– entre cuyos antecesores se contaban destacados hombres públicos como don Gerónimo de la Torre, regidor del Cabildo trujillano al momento que el marqués de Torre Tagle declarara la independencia de España el 29 de diciembre de 1820, con siete meses de antelación a que hiciera lo propio en Lima don José de San Martín. Por otro lado el abuelo, don Agustín de la Torre y Urraca, pertenecía al mismo tronco familiar del religioso mercedario Pedro Urraca que murió en olor de santidad en 1657. El padre del pintor había enviudado quedando con cuatro hijas –Luz, María Antonieta, Esther y Teresa de la Torre Crespo–, contrayendo posteriormente matrimonio con otra viuda, doña Adelaida Collard Mendoza, que lo era de José Calixto Wenceslao Rosell y Borgoño, con quien había tenido dos hijos: Pío y Elena. El enlace de don Macedonio y doña Adelaida engendró tres hijos: el pintor Macedonio y sus hermanas Mercedes y Rosa. El hecho de haber nacido en el regazo de familias de bacín de plata y de ser engreído por siete hermanas como hermano varón único, le valió el apelativo con que cariñosamente lo motejaron en el Trujillo de su infancia: Niño rey. A ello hay que agregar el hecho de que Macedonio vino al mundo después que su madre sufriera la pérdida al nacer de otro hijo varón, de allí la angustia de su padre cuando en la hacienda Chuquisongo le ocurrió al niño Macedonio una caída que le produjo una conmoción, a raíz de lo cual lo cargó y arrodillándose ante un Cristo crucificado clamó desesperado: “¡Señor, a éste no me lo vas a quitar!”. Acerca de lo de Niño rey Macedonio se hizo largamente merecedor del apelativo pues su vivo ingenio y su imaginación desbordante transformaban con frecuencia la sosegada casa paterna en escenario de juegos y entretenimientos en los que hacía participar a sus primos y amigos en actuaciones artísticas y teatrales, para lo cual convertía el salón principal de la residencia en el teatro de sus comedias hilarantes de finales estrambóticos e inesperados. Y no faltaba tampoco aquel chiquillo esmirriado y canilludo –su primo Víctor Raúl– al que ya fascinaban las tribunas pues no perdía ocasión para encaramarse a un descanso de escalera, rumbo de un altillo en el patio posterior del caserón, desde donde ensayaba sus primeros discursos, para lo cual repartía generosas propinas a sus compinches de juego … para que tuvieran la paciencia de escucharle.
Vista de la Plaza Mayor y de la Catedral de Trujillo en 1909
La antigua Municipalidad de Trujillo a principios del siglo XX.
Macedonio de la Torre, Elena Rosell Collard, Mercedes de la Torre Collard, Adelaida Collard Mendoza de De la Torre y Rosa de la Torre Collard.
La abuela paterna de Adriana, doña Virgina Laínz Lozada, con sus nietas Virginia ROmero Lozada Bello, Graciela Romero Lozada Bello y Adriana Romero Lozada Bello, futura esposa de Macedonio.